Revestimientos de paredes
Una pared no tiene que sufrir continuamente pesos, roces ni pisadas. No obstante, en algunas partes recibirá alguna acción superficial de roce e incluso tendrá que soportar el peso de un cuerpo que, suspendido, de la propia pared actuará continuamente sobre ella dejando sus huellas. De ello se desprende que los materiales que puedan destinarse para revestir una pared son muchos más que los que se utilizan para revestimientos de suelos, los cuales, esos sí, requieren tener unas características de resistencia importantes.
Así pues, además de los mismos materiales que hemos visto que se podían utilizar para revestir un suelo (moquetas, plásticos, corcho, madera, materiales pétreos, en sus diferentes versiones y variedades), podrán utilizarse otros para revestir una pared e incluso sin necesidad de que sean tan fuertes, ni tan resistentes. Así, por ejemplo, partimos ya de los recubrimientos de pintura y empapelado que poco aptos son para el suelo salvo en ocasiones excepcionales. Inmediatamente después de estos materiales «frágiles» tenemos versiones de moquetas que en su aplicación sobre paredes son muchos menos fuertes y con menor cuerpo, pues sería una lástima desaprovechar unas cualidades de resistencia y solidez para desempeñar una función que no las requiere. Sobre la pared se pueden aplicar tejidos, más o menos tensos, que no aguantarían mucho tiempo en el suelo al ser reiteradamente hollados. También podrán revestirse las paredes con tableros delgados cuya apariencia externa tenga, en cambio, una importancia decorativa y contribuyan a formar una cámara de aire de aislamiento.